Una mirada
a la mujer mixteca
Una mirada de admiración.
A lo largo de los años hemos escuchado historias y canciones en las cuales las mujeres ocupan el papel principal. También hemos visto películas o hemos sido testigos de situaciones en las cuales una mujer es la protagonista, personaje central que saca adelante a la familia y cumple con los compromisos que le pone enfrente la vida.
Querida población mixteca, mando un saludo y les abrazo con harto respeto. Siempre es un placer comunicarme con ustedes a través de estas letras para platicar. ¿De qué? Pues de todas aquellas cosas maravillosas que forman parte de nuestra querida tierra mixteca.
Después de los necesarios saludos, vamos entrando al tema.
Solo hace falta caminar por el mercado de nuestra Acatlán de Osorio, para darse cuenta de la gran cantidad de mujeres trabajadoras que están ahí: atendiendo, cargando, administrando, cocinando, repartiendo, ordenando, preparando, gritando, cantando, negociando, vendiendo y haciendo lo necesario para mantener la vida funcionando. Y esto no sucede solo en la actualidad porque ha estado sucediendo siempre.
Es una lástima no tener a la mano historias de mujeres mixtecas peleando en tiempos de la revolución. Sin embargo, no es difícil imaginarlas marchando como soldaderas con el rifle al hombro, arriesgando la vida y a la par de la gresca revolucionaria atender a los heridos y además, cuidar de la familia con todo lo que esto implica.
Pero echemos mano de un recurso más asequible y que siempre está a la mano: la memoria de las abuelas mixtecas. Eran mujeres duras, curtidas en la vida del campo, trabajando parejo, incluso agarrando yunta. Algunas abuelas cuentan lo siguiente:
Había que pararse a las 3 de la mañana para echar tortilla, calentar atole y algo de comer porque la gente se iba a la siembra a las 4.
Después, había que apurarse a poner nixtamal para echar más tortilla y poner frijoles, cocinar algún guiso con salsa de ciruela o lo que hubiera y hacer más atole porque los trabajadores regresaban a las 9 de la mañana a desayunar.
Para terminar, había que repetir la faena porque los peones se iban y volvían a la 1 o 2 de la tarde a comer. Esto era todos los días en época de siembra y cosecha.
Imposible negar el arduo trabajo diario de nuestras abuelas mixtecas.
Sigamos adelante en el tiempo. La siguiente generación de mujeres mixtecas se tornó diferente. Era necesario porque la vida y crecimiento exigen adaptarse y avanzar. Emigraron a diversas regiones del estado o del país. Vivieron la difícil transición de la vida del campo a la ciudad y trabajaron. Trabajaron en sus hogares, trabajaron en sus empleos, forjaron y sacaron adelante a sus familias y en muchos casos, lo hicieron solas, sin echar un paso atrás, porque eso no era opción. Cambiaron su residencia, pero nunca se olvidaron de su mixteca natal y algunas regresaron, porque así convenía a sus vidas.
Hoy en día encontramos paisanas en Guerrero, en Morelos, en la Ciudad de México y a lo largo del estado de Puebla. Todas trabajadoras, fuertes y decididas porque algunas emprendieron negocios propios.
El trabajo y la dignidad siempre han distinguido a la mujer mexicana y nuestras paisanas mixtecas no son la excepción. Enfatizo lo anterior porque en alguna ocasión escuché decir a una gran mujer -paisana nuestra- la siguiente frase: Hija… prepárate para que tengas tus propias cosas y nadie te diga qué hacer.
Palabras que tuvieron resonancia en la siguiente generación de mujeres mixtecas. Porque es un hecho probado que fueron muchas las madres que repitieron el mismo mensaje a sus hijas.
Por lo tanto la siguiente generación de mujeres mixtecas, se diversificó totalmente teniendo como consecuencia la primera generación de pequeñas empresarias a cargo de sus propios negocios.
Para ejemplo basta un botón: hoy en día a lo largo y ancho de la mixteca poblana encontramos desde tortillerías, tiendas misceláneas e incluso algunas cantinas (impensable para una mujer hace algunos años). También las hay quienes venden carne, pero no solo como expendio, sino como criadoras de animales para sacrificio y venta del producto. No pueden faltar las comerciantes, vendedoras de pan, de fruta, de comida (desde tacos, memelas, mole poblano, pipían y un largo etcétera).
Mención aparte merecen aquellas que cruzaron la frontera norte, arriesgando su vida para procurarse un mejor futuro, no solo para ellas, sino para sus familias que se quedaron aquí. Aquellas paisanas nacidas en la mixteca poblana y que ahora radican en los Estados Unidos, desde acá les mandamos un saludo.
Definitivamente se están rompiendo los parámetros establecidos con anterioridad. Con orgullo podemos afirmar que la mujer mixteca en la actualidad se encuentra en cualquier ámbito. Desde profesionistas muy capaces ocupando cargos importantes en sus pueblos (incluidas presidencias municipales), trabajadoras en empresas de carácter nacional , un sinnúmero de profesionistas que ejercen sus carreras ya sea en la mixteca o en otros lugares del país. Siempre presentes también están las amas de casa trabajando sin descanso, maestras de escuela, administradoras de su propio negocio, veterinarias, doctoras, enfermeras y muchísimas universitarias con un futuro prometedor.
Está más que demostrado el valor de la mujer mixteca a lo largo de los años. Solo hace falta mirar alrededor nuestro y encontrarás mujeres que le pegan durísimo al trabajo y aportan al crecimiento del país.
Mujeres de la Mixteca, les presentamos nuestro respeto y admiración.
Agradecimientos especiales a los paisanos:
Diana G. R.
Dani G. R.
Leticia G. A.
Edgar H. G.
Marco Antonio M.
G. I. G. B.
Norma G. B.
Muy cierto paisano en verdad que no hay muchas historias de la mujer Mixteca de nuestra región pero que bueno que personas como tú. Van investigando y nos van pintando el panorama de la calidad de la mujer de nuestra región